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Javier Díaz Dueñas cumple 50 años de trayectoria haciendo realidad sus sueños

En su adolescencia su padre le advirtió que si estudiaba actuación se moriría de hambre, pero Javier Díaz Dueñas le respondió que estaba dispuesto a pagar el precio con tal de realizar sus sueños.

Hoy es uno de los mejores actores de México y celebra 50 años de trayectoria artística en los escenarios teatrales, cinematográficos y televisivos, aunque también ha destacado como director, dramaturgo, escritor, músico, productor, escultor, pintor y docente. En la última actividad durante 42 años.

“He sobrevivido a base de pasión, esfuerzo y terquedad. Hay carreras de velocidad, otras son relámpago y la mía ha sido un ultra maratón en la que he requerido resistencia y obstinación. En muchas ocasiones me cerraron las puertas en la nariz y tuve que seguir adelante buscando nuevas oportunidades”, platicó Díaz Dueñas.

Desde la intimidad de su hogar, que luce decorado con cuadros y esculturas que ha creado a través del tiempo, el primer actor recordó, en charla con Notimex, que inició su carrera un 5 de mayo de 1967, cuando apenas tenías 16 años.

Al lado del fallecido actor Miguel Couturier y bajo la dirección de Germán Dehesa hizo “Los Habladores”, entremés afamado de Miguel de Cervantes Saavedra.

“Mi padre era muy dominante, decía que debía estudiar algo que valiera la pena y que fuera verdaderamente útil, pues la idea de que fuera artista le desagradaba por completo, pero yo estaba fascinado. Así que, a escondidas de él, estudié pintura, escultura, música y actuación”.

Sin embargo a la fuerza su padre hizo que Javier Díaz Dueñas se inscribiera a la licenciatura en Administración de Empresas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Ahí tomaba clases de las 7:00 a las 11:00 horas y al terminar se cruzaba por el camino verde para llegar a la Facultad de Filosofía y Letras, donde se preparó en la carrera de Literatura Dramática y Teatro.

“Al morir mi madre le entregué a mi papá el título de Administración de Empresas y después le aclaré que no me iba a dedicar a eso, sino a lo que realmente me gustaba: el arte”.

Así, con la sentencia de su padre divagando en su cerebro, empezó de cero, pues nadie de su familia ejercía en el medio del espectáculo y, por lo tanto, no había palancas que le ayudaran a encontrar empleo tan fácilmente.

“Ninguna profesión es sencilla, todas tienen sus enormes dificultades, pero creo que la del artista más porque se le ve como algo materialista. La gente te dice que eres importante en la medida que tengas un carro último modelo o una casa hermosa.

“Te reconocen por la cantidad de dinero que tienes y no por el talento que puedes desarrollar. Es algo con lo que he luchado toda mi vida porque para mí lo más importante es seguir tu vocación y tus sueños”, subrayó el histrión que suma cuatro películas, así como casi 30 series y telenovelas en su haber.

Se inició en el teatro, aquel arte que, asegura, hace al actor porque es el que lo enfrenta frente al público y en el que se mide la verdadera dimensión porque le permite hacer comedia, drama, farsa y desarrollarse en diferentes épocas.

“Un día fui ‘Calígula’ en la antigua Roma, después Cristo en la ‘Pasión de Cristo’, en ‘Cats’ me convertí en gato y en ‘La jaula de las locas’ fui un travesti. El teatro me ha dado la opción de vivir diferentes vidas, momentos y formas de pensar”.

Admitió que en ocasiones hubo épocas muy complicadas en las que no tenía lo suficiente para sobrevivir y llegó a cuestionarse si seguía como actor o renunciaba a ello, pero siempre optó por continuar no obstante que junto a su esposa Gabriela ya era padre de tres hijos (Javier, Gabriel y Emanuel) y a quienes debía procurar.

“Es aquí cuando esforcé y busqué más porque, como sea, yo me como un plato de frijoles y veo si me acuesto debajo de un árbol, pero ellos no. Pensaba que mis hijos tenían que ir la escuela, comer bien y vestirse”, señaló el escritor de unas dos mil 500 horas en televisión y varios libros de texto y ensayo.

Después de participar en varias obras de teatro, trabajó en programas dedicados a niños para el Canal 13 de la Corporación Mexicana de Radio y Televisión.

Después vino el cambio de sexenio, lo vetaron y tuvo que acercarse a la empresa Televisa, donde no importó la trayectoria que ya sumaba. Le dijeron que sólo había papeles de extra y no le quedó otra más que aceptar.

Sus primeros trabajos fueron para las telenovelas “Los años felices” (1984), “Juana Iris” (1985), “Martín Garatuza” (1986), “Mi pequeña Soledad” (1990) y “Balada por un amor” (1990).

Después vinieron “Bajo un mismo rostro” (1995), “Morir dos veces” (1996) y “La antorcha encendida” (1997), hasta que lo volvieron a vetar.

“Resulta que de pronto no le caes bien a un ejecutivo porque saliste con la chica que salía con él y, entonces volví a ofrecer disculpas por ser quien soy. Después trabajé en TV Azteca, Argos, Canal Once, Telemundo y Univisión”.

En medio siglo de trayectoria, Javier Díaz Dueñas no ha sido una figura de escándalos y nunca ha destacado en la nota amarilla, pues cree que la carrera de actor no debe construirse sobre esa base, sino esforzarse cada día para buscar el prestigio e ir ascendiendo, aunque sea poco a poco, pero con talento.

“Todo el tiempo me han vetado porque en México se ha visto como malo el hecho de irte a otra empresa para tener qué comer cuando debiéramos ser agentes libres y trabajar donde se nos abran las puertas”.

El también músico, creador de piezas orquestales como “En el crepúsculo de mi vida”, reveló que en ocasiones debió aceptar papeles que no llenaban sus aspiraciones solo porque tenía que llevar alimento a su familia y, sobre todo, porque su perfil nunca fue el de protagonista.

“Nunca he sido el hombre fuerte y guapísimo, aquel icono de la televisión o ‘sex symbol’ que recibe todos los personajes estelares sin importar que seas talentoso o no, por eso tuve que trabajar en lo que fuera y, lamentablemente, ser bonito es fundamental en México.

“En Estados Unidos y Europa se reconoce la personalidad, la forma de ser, la capacidad histriónica sin importar que los actores sean feos, pero en México no es así”, aseveró Díaz Dueñas, quien aseguró que es más valorado por su trabajo en el mercado hispano de Estados Unidos que en el de México.

Reveló que ahora, a sus 65 años, le llueven más ofertas laborales que cuando era joven, pues antes tenía que pelear con los “bonitos” y hoy los productores reconocen su experiencia.

“Su nombre era Dolores, la Jenn que yo conocí”, “Capadocia”, “El Chema”, “Eva, la Trailera”, “Los miserables”, “El señor de los cielos”, “La patrona”, “YX. La revista” y “Sr. Ávila”, son algunas de las series en las que ha actuado y que gracias al “streaming” ha logrado notoriedad a nivel internacional.

El personaje más importante en su carrera ha sido “Albin” cuando en 1993 la productora Silvia Pinal montó en México el musical “La jaula de las locas”. Al principio se negaba a hacerlo debido a que su padre era homofóbico.

“Silvia me habló y me dijo: ‘quiero que tú lo hagas’, pero me costaba trabajo ser homosexual y travesti porque de alguna manera esa idea me la había transmitido mi papá; no obstante, ella insistió y terminó por convertirse en el papel más importante para mí.

“Afortunadamente cambié mi mentalidad y empecé a entender ese mundo maravilloso; porque sí existe ese tercer sexo que merece todo nuestro respeto”, destacó.

Así como recuerda el personaje más emblemático en sus 50 años de trayectoria, también está el que a la fecha no ha podido interpretar, ya sea porque no le ofrecieron el proyecto, porque no cumplió con el perfil o por decisión de algún productor.

“Desde que Cameron Mackintosh (productor de Los Miserables) me vio en ‘Cats (1991)’, dijo que yo sería Jean Valjean en el musical que poco después fue a dar a manos de Ocesa (en 2002). Aunque Cameron quería que yo lo hiciera, Morris Gilbert citó a audición. Pasó la primera, segunda, tercera, cuarta prueba y siempre me quedé.

“Sin embargo, Morris le dijo a los productores ingleses que sí era muy bueno pero que daba muchos problemas, que yo era terriblemente lioso, que sería un caos y, entonces, me dejaron fuera. Nada de eso es cierto porque soy la persona más disciplinada que existe en un escenario. Soy incapaz de llegar tarde, no bebo, no fumo, no me drogo y respeto al teatro”, apuntó.

Si hoy le ofrecieran hacer a “Jean Valjean” aunque sea en teatro amateur, aceptaría sin pensarlo porque considera que es papel más maravilloso en la historia de Víctor Hugo y cuya música es magistralmente extraordinaria.

Javier Díaz Dueñas es amante de la naturaleza. Ha sembrado por lo menos 50 árboles. También quiere a los animales y en su casa convive con cuatro perros y seis gatos.

En las paredes de su hogar sobresalen cuadros pintados por él al óleo, acuarela y sobresaltados de texturas mixtas.

Sobre los muebles lucen esculturas también de su creación, pero hay una figura que se repite de manera constante. Se trata de Don Quijote, pero con su rostro, mismo que también destaca en las pinturas.

“El Quijote significa el idealismo, el conquistar sueños imposibles. Es una imagen muy alta en honor y lealtad, son valores muy fuertes en la vida. Para mí representa un alter ego de lo que soy. Yo quisiera ser un Quijote”, resaltó el también dramaturgo que suma más de 30 esculturas hechas con resina.

También le gusta crear hadas, sirenas, ángeles, centauros y figuras fantásticas. Anhela presentar todo esto mediante una exposición, mientras tanto, las comparte en su página de Internet.

Actualmente Javier Díaz Dueñas se desempeña en la obra “Instrucciones para una muerte feliz”, que se presenta en el Teatro Rafael Solana, al lado de Susana Alexander, Mariana Garza y Sophie Alexander-Katz.

NTX/CPO/IAM

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