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El Papa asume “con vergüenza” fracaso de la Iglesia en prevenir abusos

El Papa Francisco reconoció “con vergüenza y arrepentimiento”, que la Iglesia fracasó en prevenir los abusos sexuales contra menores, ni actuó a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se causó “a tantas vidas”.

“No supimos estar donde teníamos que estar (.) Hemos descuidado y abandonado a los pequeños”, clamó el Papa en una carta enviada a todos los católicos del mundo tras varios días de escándalo por un informe sobre abusos contra menores en Pensilvania, Estados Unidos.

En su texto, difundido en siete idiomas por la sala de prensa del Vaticano (inglés, italiano, español, alemán, portugués, polaco y francés), el Pontífice habló de la pederastia como “un crimen” que “genera hondas heridas de dolor e impotencia” en las víctimas, sus familias y la comunidad en general.

“Es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables. Pidamos perdón por los pecados propios y ajenos”, indicó.

“La conciencia de pecado nos ayuda a reconocer los errores, los delitos y las heridas generadas en el pasado y nos permite abrirnos y comprometernos más con el presente en un camino de renovada conversión”, añadió.

Más adelante, sostuvo que nunca es suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado, nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse.

Recordó la publicación, en los últimos días, del informe de más de 900 páginas redactado por un Gran Jurado de Estados Unidos que detalla lo vivido por al menos mil sobrevivientes de abuso sexual, de poder y de conciencia en manos de sacerdotes durante aproximadamente setenta años.

Precisó que si bien la mayoría de los casos corresponden a muchos años atrás, las heridas causadas nunca desaparecen y eso obliga a la Iglesia a “condenar con fuerza estas atrocidades”, así como a unir esfuerzos para erradicar esta “cultura de muerte”, porque las heridas “nunca prescriben”.

“El dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor, por eso urge reafirmar una vez más nuestro compromiso para garantizar la protección de los menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad”, insistió.

Sostuvo que el dolor de las víctimas es “gemido que clama al cielo, que llega al alma” y que durante mucho tiempo fue ignorado, callado o silenciado.

Pero aseguró que ese grito fue más fuerte que todas las medidas que lo intentaron silenciar o, incluso, que pretendieron resolverlo con decisiones que aumentaron la gravedad cayendo en la complicidad.

Luego, Jorge Mario Bergoglio subrayó que “la magnitud y la gravedad” de los acontecimientos exige asumir el problema de manera global y comunitaria, dejando atrás a la omisión como forma de respuesta y haciendo que la solidaridad se convierta en el “modo de hacer la historia presente y futura”.

Reconoció que existen esfuerzos en diversas partes del mundo para garantizar la seguridad e integridad de niños y adultos vulnerables, pero advirtió que las estructuras de la Iglesia “se han demorado” en aplicar acciones necesarias.

Confió en que se pueda avanzar rápidamente a la puesta en práctica de las medidas de prevención para establecer una mayor cultura del cuidado en el presente y en el futuro.

“Invito a todo el santo pueblo fiel de Dios al ejercicio penitencial de la oración y el ayuno siguiendo el mandato del señor, que despierte nuestra conciencia, nuestra solidaridad y compromiso con una cultura del cuidado y el ‘nunca más’ a todo tipo y forma de abuso”, indicó.

Ponderó que estas prácticas ayudarán a sensibilizar los ojos y el corazón para ver el sufrimiento ajeno y vencer el afán de dominio y posesión que muchas veces se vuelve raíz de estos males.

Pidió que el ayuno y la oración despierten los oídos ante el dolor silenciado en niños, jóvenes y minusválidos, dé hambre y sed de justicia e impulse a caminar en la verdad apoyando todas las mediaciones judiciales que sean necesarias.

“Un ayuno que nos sacuda y nos lleve a comprometernos desde la verdad y la caridad con todos los hombres de buena voluntad y con la sociedad en general para luchar contra cualquier tipo de abuso sexual, de poder y de conciencia”, sentenció.

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