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Testigos de Jehová opinan sobre el Día Internacional de la Mujer

La violencia de género en todas sus manifestaciones es un problema constante, incluso en el mundo industrializado. Según el ex secretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan, “la violencia contra la mujer tiene un alcance mundial y se presenta en todas las sociedades y culturas, afectando a la mujer sin importar su raza, etnia, origen social, riqueza, nacionalidad o […] condición”.

Radhika Coomaraswamy, ex relatora especial sobre la violencia contra la mujer de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, comentó que, para la gran mayoría de las mujeres, la violencia de género es “una cuestión tabú, que resulta invisible en la sociedad y es un hecho vergonzoso”.

Aun cuando en 1910 se hizo la declaratoria del 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, no fue hasta 1975 cuando, en el marco de la Primera Conferencia Mundial de la Mujer, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo formalizó a través de acuerdos con los países miembros, a partir del siguiente enunciado: “La mujer es un miembro activo y con plenos derechos, y a la vez parte importante para el desarrollo de los pueblos”.

Desde aquel primer Día Internacional de la Mujer, ocurrido 113 años atrás, la importancia de este acontecimiento ha ido en aumento y en la actualidad tienen un carácter verdaderamente mundial. Se ha convertido en una ocasión para examinar las acciones emprendidas en beneficio de la mujer, teniendo como eje central la igualdad de derechos frente al varón, la atención de la salud, la educación y el empleo, para su integración al desarrollo.

No hay duda de que se ha progresado desde entonces, pero como indica la publicación de las Naciones Unidas Situación de la Mujer en el Mundo, todavía queda mucho camino por recorrer. “Con demasiada frecuencia las mujeres y los hombres viven en mundos distintos —dice—, mundos que difieren en el acceso a la educación y las oportunidades de empleo, así como en la salud, la seguridad personal y el tiempo de descanso”.

Marcos Moreno, portavoz regional de los testigos de Jehová, mencionó en entrevista en el marco del Día de la Mujer: “Al adquirir una mayor conciencia de la situación, las naciones han promulgado leyes para proteger los derechos de la mujer. Pero las leyes no pueden cambiar el corazón, que es donde tienen sus raíces la injusticia y el prejuicio”.

Los “valores culturales y sociales” normalmente se fundamentan en tradiciones muy arraigadas, que son un hueso duro de roer. “La tradición convence equivocadamente al hombre de que a la mujer hay que utilizarla en lugar de amarla, explotarla en lugar de cuidarla, por eso, la mujer en ocasiones no tiene voz ni voto, no tiene derechos ni apenas posibilidades de mejorar su situación”, menciona.

“Los testigos de Jehová estamos convencidos de que toda acción destinada a que la vida de la mujer sea más ‘pacífica, justa y humana’ debe empezar en el hogar, con los esposos y padres. Sobre este particular, los testigos opinamos y creemos que la clave del éxito está en la educación bíblica, porque hemos comprobado que hay muchos hombres que al aprender que Dios espera que traten a sus esposas e hijas con respeto y consideración, lo toman a pecho y así lo hacen. La Biblia menciona a un hombre llamado Jesús, el hijo de Dios, y describe su conducta muy opuesta a seguir la generalizada tradición de su época que denigraba a la mujer. Él habló con bondad a las mujeres, incluso a las que tenían una mala reputación. Y no solo eso, Jesús ayudó con gusto a algunas mujeres que tenían problemas de salud. En una ocasión, cuando vio a una viuda que lloraba la muerte reciente de su único hijo, se acercó de inmediato al cortejo fúnebre y resucitó al joven”, añade.

También acotó que la Biblia elogia a mujeres como Lidia, Dorcas y Prisca, citándolas como ejemplos de hospitalidad, compasión y valentía, “incluso a los primeros cristianos se les enseñó a respetar a las mujeres”.

Rosalía González, una joven Chiapaneca, explica: “Me crie en un ambiente en el que se trataba mal a las mujeres desde niñas. Mi madre trabajaba quince horas diarias y nos mantenía a mis cinco hermanos y a mí; mi padre gastaba el dinero en la bebida o dejaba de trabajar por temporadas y cuando mi padre bebía demasiado, golpeaba a mi madre. Otras mujeres de San Galletano Chiapas, una comunidad Tzotzil, en donde me crie, sufrían tratos parecidos. Yo sabía que aquello no estaba bien, que nos llenaba de frustración e infelicidad, parecía que no había modo de cambiar la situación. No obstante, cuando llegué a la adolescencia me tomé en serio el estudio de la Biblia con los testigos de Jehová. Me impresionó mucho leer la Biblia en mi lengua materna y descubrí que había que honrar a las mujeres, empecé a valorar mi vida, no quería una vida llena de violencia, quería sentirme útil, realizada y valorada. Yo quería una vida diferente, de respeto, amor y dignidad. Pero en vista de nuestra tradición, pensé que sería muy improbable que la gente aplicara este consejo”.

“La primera vez que fui a un Salón del Reino, donde los Testigos celebraban sus reuniones, vi que tanto los hombres como las mujeres fueron muy amables conmigo. Más sorprendente aún, los maridos realmente trataban con cariño a su esposa. Al irlos conociendo mejor, me di cuenta de que aquella conducta era la que se esperaba de todos los Testigos. Aunque los antecedentes de algunos hombres eran semejantes a los míos, ahora tratabana las mujeres con respeto”.

También señala: “Los testigos valoraron mi lengua materna, el Tzotzil. Por primera vez viví en carne propia un entorno de valor y respeto a mi dignidad como persona y disfruto de un matrimonio pleno y feliz al lado de mi cariñoso esposo. Ahora me siento contenta, valorada y trabajo como traductora de la lengua Tzotzil en la sucursal de los testigos de Jehová de Centroamérica. No me siento discriminada, al contrario, siento que con mi trabajo aporto algo que puede cambiar la vida de las mujeres y que se considera importante para muchas personas, me siento valorada y protegida, descubrí que la Biblia me ayudó a tener una vida feliz ahora, y una esperanza mejor para el futuro”.

Marcos Moreno mencionó que el respeto que Rosalía observó no es casual, sino consecuencia de un programa de enseñanza basado en la Biblia que ayuda a la gente a apreciar a los demás tal como lo hace Dios.

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