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Carla Estrada, la productora que cambió el estilo de las telenovelas

Al inicio de su carrera, Carla Estrada padeció la indiferencia de su equipo de trabajo, por el hecho de ser universitaria, estar joven y, sobre todo, porque intentaba destacar como mujer en un mundo dominado por los hombres.

“Tenía todos los atributos en contra para poder sobresalir y desarrollarme. Sin embargo, poco a poco trabajé duro, pues sabía que en Televisa como en ningún otro medio, las cosas se me darían de gratis”, expresó.

Fue a principios de la década de los 80 cuando Carla Estrada ingresó a laborar en la referida empresa mexicana y aún no recibía el título de Licenciada en Comunicación por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana.

Al principio fue complicado porque como asistente en la dirección de cámaras y escena de la telenovela “Vanessa” (1982), no lograba que un iluminador o un camarógrafo hicieran caso a sus órdenes, pero al demostrar sus conocimientos y profesionalismo, se fue ganando el respeto de la gente y se le abrieron las puertas.

Así llegó la oferta de coordinar el desaparecido programa de concursos “XE-TU” y, al valorar su esfuerzo, los ejecutivos de la televisora la ascendieron como productora ejecutiva, puesto que ocupó durante cinco años.

Aunque disfrutó mucho el unitario, Estrada descubrió que lo suyo era el melodrama y obtuvo su primera oportunidad como productora general a través de la telenovela “Pobre juventud” (1986), protagonizada por Alberto Mayagoitia y Patricia Pereyra.

Exponía el caso de “Jorge”, un joven que escapaba del reformatorio, donde era objeto de malos tratos por parte de los custodios.

“Cuando recibí el guión me morí del susto, pues sabía que no era lo mismo dirigir que producir. Al inicio me costó trabajo entender el ritmo de los libretos, pero con los días fuimos logrando muchas cosas interesantes”, platicó Estrada a Notimex en entrevista.

La mayoría de los integrantes de su equipo también se enfrentaban por primera vez a la grabación de una telenovela y a más de 30 años de distancia, siguen trabajando con ella.

“Era gente que había sido rechazada por otras producciones y al recibirlos les dije: ‘Voy a iniciar. Mi proyecto es este y por favor crean en mí porque quiero trabajar de este lado. ¿Les gusta, sí o no?’. Con el tiempo fui desechando gente que no compartía los mismos intereses, pero hoy puedo decir que, aproximadamente, somos 20 los que continuamos juntos desde ‘Mágica juventud’”.

A través de dicho melodrama, Carla Estrada propuso una dirección y actuación más naturales, lo mismo que contar casos más realistas pero sin perder la magia de la telenovela.

“El objetivo era que las cosas ocurrieran más rápido, así como hablamos en el día a día y no tan lento como se venía presentando. El libreto destacó por contar los hechos de una manera más vertiginosa, sin repetir lo mismo en cada episodio. Se buscaba que en cada escena se le diera algo nuevo al público”.

En aquel tiempo, dijo, los productores Valentín Pimstein y Ernesto Alonso habían impuesto un estilo “y, aunque aprendí de ellos, busqué crear mi propia manera al involucrarme en todo. Hay quienes sí les gusta y a quienes no, pero ni modo, así soy”.

Otro de sus propósitos fue incluir más a los jóvenes en las tramas estelares, pues las novelas de la época llevaban como protagonistas a actores de entre 35 y 40 años desarrollando conflictos amorosos de juventud.

“Por supuesto que fue un riesgo porque los jóvenes no tenían tanta experiencia como para llevar el peso de papeles protagónicos, pero tenían el respaldo de los primeros grandes actores. Esa fue la mezcla que hizo la diferencia”, subrayó.

Aunque los escritores, camarógrafos, actores y directores de escena no estaban acostumbrados a esta propuesta, finalmente la aceptaron en aras de evolucionar y así vinieron éxitos de “rating” como “Quinceañera” (1987), “Amor en silencio” (1988), “Cuando llega el amor” (1989) y “Amor de nadie” (1990).

En “Quinceañera”, por ejemplo, tuvo oportunidad de opinar en la escritura del guión al lado de René Muñoz y José Durán.

“En ese entonces, la Secretaría de Gobernación ponía a un interventor en los libretos y en el foro. Fue dramático porque no se podían decir groserías, ni siquiera la palabra tonto; los amantes no podían estar sentados en la cama, sino en el suelo.

“Para poder hablar de violación a la quinceañera, tuvimos que hallar la fórmula sin que se expusiera como tal; tratamos el embarazo fuera del matrimonio y el aborto; las drogas y el alcohol. Eran temas no comunes de mencionar en las telenovelas, pero luchamos porque se lograran aunque a diario nos cambiaban el libreto”, reveló.

Una vez grabadas las escenas, Carla Estrada acudía a la Secretaría de Gobernación para que le revisaran el capítulo y tras habérselo rechazado porque contenía imágenes o diálogos no aptos para la audiencia, regresaba a Televisa a fin de hacer una nueva grabación.

“Fue un reto interesante porque aprendí dos cosas: a darle la vuelta a lo que tú quieres contar y a entender lo que se puede y lo que no.

“Yo quería hablar de las drogas y del alcohol porque las chavas y los chavos de la época estaban siendo atraídos por los vicios y teníamos que advertirles que estaban en peligro, teníamos que decirle a los padres para que estuvieran más pendientes de sus hijos”, subrayó.

A partir de ese momento, la productora buscó la manera de hallar a una mujer diferente en sus siguientes telenovelas. Nunca optó por la sumisa ni por la abnegada, sino por la mujer proactiva, trabajadora y que lucha para conquistar sus sueños.

“No sucede con toda la población, pero siguen existiendo mujeres que se sienten culpables de ser famosas, de trabajar, de ser felices, de que sus hijos no saquen 10 en la escuela. Es una cultura de la mujer latina y se debe cambiar desde cómo educamos a nuestros hijos para quitar el tatuaje que dejaron nuestros abuelos”.

En su caso, siempre se ha negado a retratar a la mujer que permite el maltrato emocional, psicológico o físico.

“Recuerdo haber visto una escena en la que dos mujeres pelean por un hombre mientras que él escucha pasivo. En ese momento pensé que también debíamos defender al hombre, que éste tenía que ser inteligente, tanto que cualquier mujer podría enamorarse”.

La sexualidad de la mujer no era totalmente expuesta en los melodramas. Lucero incluso, mantuvo durante muchos años una imagen virginal y cándida, pero fue con Carla Estrada que por primera vez se le mostró desinhibida a través de historias como “Mi destino eres tú” (2000) y “Alborada” (2005).

“El público no aceptaba que su niña fuera mujer, pero como ya estaba casada nos atrevimos a hacer escenas fuertes y como que no le gustó a la gente ver así a Lucero; sin embargo, creo que las tomas más sensuales que logramos presentar fueron las de ‘Sortilegio’ con William Levy y Jacqueline Bracamontes y, curiosamente, no recibimos ninguna crítica en contra”.

En 1998, cuando Carla Estrada recibió los “ratings” de las producciones al aire, “El privilegio de amar” se colocaba en el primer lugar de los índices.

“Me di cuenta de que la responsabilidad era aún mayor, porque eso significaba tener a tanta gente sentada entreteniéndose frente al televisor. Entonces llegó la idea de seguir y hacer novelas, pero con causa social para poder ayudar a alguien”.

Las primeras propuestas fueron “El manantial” (2001), que invitaba a cuidar el agua, y “Amor real” (2003) que promovió el Kilo de Ayuda para que la desnutrición no afectara a los niños de escasos recursos.

“Encontramos la fórmula que, durante 10 años, repitieron el resto de las telenovelas, lo cual me hizo sentir orgullosa como mujer y como productora porque hicimos algo por alguien más”.

Ese fue un pago importante, dice, sobre todo porque en su función de productora, llega a ser la última en retirarse día con día de una grabación, perdiéndose en varias ocasiones la oportunidad de convivir con su familia, de asistir a la clase abierta de su hijo, desvelándose y comiendo mal.

En la actualidad, Carla Estrada produce una serie de televisión inspirada en la vida de Silvia Pinal. Aceptó la encomienda porque considera que la actriz es la última diva en México y no cree que con el tiempo exista alguna más.

“No lo digo porque no haya talento sino porque cambiaron la televisión y los medios masivos de comunicación. Al tener tan cerca la información de un artista, desaparecen los ídolos que eran característicos en los años 50, en la Época de Oro del cine nacional”, opinó.

Si bien Silvia Pinal no fue madre soltera, indicó que lo fue al ser la única que tomó responsabilidad en la educación de sus hijos. Además, destacó a nivel internacional como actriz y trajo la comedia musical a México.

“Para sus tiempos fue muy innovadora, muy abierta en su forma de vida, en su forma de trabajar y creo que se merece un homenaje de este tipo”, concluyó Estrada.

NTX/CPO/LMC/MUJER17

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