Si las 4 mil 200 personas que se han reunido hoy en Barcelona para ver a Ringo Starr querían revivir la emoción de estar ante The Beatles no lo han conseguido, pero si querían que una banda de buenos músicos les hiciera recordar los viejos tiempos, han salido servidos.
Ringo Starr no subía a un escenario en la capital catalana desde el 3 de julio de 1965, año del mítico concierto de The Beatles en la Monumental.
Quizás por eso cuando ha aparecido en el Palau Sant Jordi la ovación ha sido tan larga y sentida y las caras de algunos mostraban ilusión y pasmo al mismo tiempo, como diciendo “¡no me lo puedo creer, Ringo Starr es real!”.
Situado de pie en medio del escenario, un lugar que se le hace raro tanto a él como a sus seguidores, el batería de la banda más mítica del siglo XX ha empezado el concierto cantando Matchbox, de Carl Perkins.
Un aviso de que el espectáculo no iba a ser un ‘remake’ del de La Monumental y, aunque algo de ‘remake’ ha tenido, sólo han sonado cuatro temas de The Beatles.
Con sus inevitables gafas de sol, el pendiente en la oreja izquierda, como siempre, y el pelo negro como en los setenta, Ringo Starr ha dejado con la boca abierta al personal porque, realmente, para él no pasan los años.
Los mitómanos no se han sorprendido, para ellos Ringo Starr es un semidiós y por lo tanto es normal que no aparente los 77 que tiene, pero a todos ellos el corazón se les ha acelerado cuando en el tercer tema se ha dirigido al lugar donde siempre le han visto, su trono: la batería.
Pocas veces una batería ha estado situada tan alta y tan céntrica en un concierto de rock, y muchas menos un baterista ha liderado una banda de leyendas de la músicas, como ha hecho hoy Starr.
Aunque lo cierto es que el de Liverpool ha cedido la primera línea durante buena parte del concierto y, aunque los miembros de la banda han insistido en recordar que el jefe y el “héroe” era Ringo, lo cierto es que el protagonismo ha sido compartido.
El primero en coger el testigo ha sido Graham Gouldman, cantante de 10cc, que ha interpretado Dreadlock holiday, justo después de que Ringo Starr cantara uno de sus temas postbeatles, I dont’t come easy.
El siguiente en ponerse al frente de la banda ha sido Gregg Rolie, vocalista de teclista de Santana, que ha interpretado Evil ways.
Después le ha tocado el turno a Steve Lukather, guitarrista de la banda Toto, que ha cantado Rosanna, y finalmente Colin Hay, de Men At Work, ha llevado la voz cantante en Down under.
Cuando ya parecía que Ringo Starr había tirado la toalla en lo que a liderar bandas se refiere ha llegado el momento de Yelow submarine y los beatlemaniacos han vuelto a saltar de sus sillas, ya que todas las entradas eran de asientos numerados.
Los organizadores han adecuado el Palau Sant Jordi, con capacidad para 18 mil personas, a las 5 mil localidades del aforo previsto, de las cuales 800 no se han vendido.
El recinto se veía algo vacío, pero no hay mal que por bien no venga y los mitómanos han podido ver a Sir Ringo Starr de cerca y con comodidad.
Algunos casi lo han tocado, porque Steve Lukather ha animado a la gente a levantarse y algunos han aprovechado para correr a la primera fila.
El propio Lukather ha pedido después a los miembros de seguridad que hiciera sentar al público y ha sido chocante ver como un par de hombres de cincuenta años, con aspecto formal, se negaban y eran expulsados a la fuerza, algo que quizás no les pasaba desde que tenían 20.
Durante el concierto han sonado temazos de Santana como Black Magic Woman, de Men at Work como Who Can It Be Now?, de Toto como Hold the line o de 10cc como I’m not in love.
Pero los mas aplaudidos han sido Photograph de Ringo Starr y With a little Help from my friends de The Beatles, como no podía ser de otra manera en un concierto de Ringo Starr, 53 años después.